“Este es un experimento clásico de la psicología social que muestra como una pequeña excusa basta para formar un grupo y empezar a discriminar a otras personas”.
El comportamiento de las personas cuando forman grupos es fascinante y con frecuencia inquietante. Tan pronto como los seres humanos se agrupan comienzan a hacer cosas extrañas: copian las actitudes de otros miembros del grupo, se favorece a sus compañeros de grupo por sobre otras personas, buscan a un líder al cual seguir y pelean contra otros grupos. Recordemos el experimento de la cueva de los ladrones para probar que es relativamente fácil provocar una guerra entre dos grupos.
Ahora bien, hay distintos tipos de grupos y cada uno puede diferir dramáticamente del anterior. Están aquellos en los que las personas se tratan como si hubieran sido amigos de toda la vida. Pasan mucho tiempo juntos, son muy unidos y se protegen unos a otros. En este caso, no es de sorprender que los miembros del grupo prefieran a sus compañeros por encima de otras personas.
Otros grupos, sin embargo, son mucho menos estrictos. Por ejemplo, los aficionados de algún equipo deportivo, colegas de trabajo que sólo trabajan juntos por un tiempo limitado o personas que se reunen en una galería de arte para apreciar pinturas.
Pareciera díficil de creer que un grupo de gente que se reune 30 segundos para mirar unas pinturas pudiera formar un grupo, es algo demasiado fugaz y efímero ¿cierto? Ese es el tipo de preguntas que el psicólogo social Henry Tajfel y sus colegas se propusieron responder.
Ellos creían que un grupo se podría formar cuando no hay contacto cara a cara entre los miembros e incluso cuando no se conocen entre sí, crearon un experimento donde ninguna de las personas se conocía y su comportamiento no tendría consecuencias prácticas. En otras palabras, no tenían absolutamente nada que perder (o ganar) de este grupo casi inexistente.
FORMANDO UN GRUPO MINIMALISTA
A Tajfel y sus colegas se les ocurrió una solución ingeniosa. Los participantes eran chicos de entre 14 y 15 años, fueron llevados a un laboratorio de pruebas y se les mostraron pinturas de Klee y Kandinsky. Se les dijó que sus preferencias determinarían a cual de entre dos grupos se unirían.
Por supuesto, esto de los grupos fue una mentira para fijar en la mente de los participantes la idea de ‘nosotros’ y ‘ellos’. Los experimentadores quería dos grupos de chicos que no tuvieran la menor idea sobre quien estaría en su mismo grupo, el propósito del grupo o si tenían algo que ganar o perder.
Posteriormente, los adolescentes fueron trasladados a un cubículo, uno a la vez. A cada uno se le pidió distribuir dinero virtual a los demás miembros. La única información que tenían acerca de a quienes estaban dando los fondos era un código que se le asignaba a cada miembro.
Hubo una serie de normas para la distribución de los fondos que fueron diseñadas para averiguar a quien favorecían los chicos: a su propio grupo o a los contrarios. Las reglas se cambiaban ligeramente a lo largo de los diferentes ensayos para que fuera posible probar varias teorías. Los chicos distribuían el dinero:
- De manera equitativa?
- Para obtener el máximo beneficio en conjunto?
- Para obtener el máximo beneficio para su propio grupo?
- Para crear una máxima diferencia entre grupos?
- Usando el favoritismo?
RESULTADOS SORPRENDENTES
Desde la forma en como se distribuyo el dinero virtual, los chicos, efectivamente, demostraron los marcadores clásicos de comportamiento de pertenencia al grupo: estaban a favor de su propio grupo sobre el otro. Y este patrón fue constante a lo largo de muchas pruebas y posteriormente ha sido replicado en otros experimentos.
¿Qué es lo que lo hace tan sorprendente? Recuerda, los chicos no sabían quien estaba el grupo con ellos o quien pertenecía aun grupo contrario. Sin embargo, el aspecto más desconcertante de este experimento es que los chicos no tenían nada que ganar a favor de su propio grupo.
En el mundo real por lo general, siempre hay una buena razón para favorecer a tu grupo, normalmente hay una ventaja implicita para tí. Te proteges a tí mismo y proteges a aquellos con los que te identificas.
TEORÍA DE LA IDENTIDAD SOCIAL
Tajfel descubrió que que había algo que motivaba las decisiones que tomaban los chicos, algo sútil pero profundo. Se argumentó que las personas definian sus personalidades según los grupos a los que pertenecían. Por ejemplo, piensa en tu grupo de trabajo, también en tu grupo familiar. Parte de lo que eres como persona está definido por estos grupos. Poniendolo desde otra perspectiva, la naturaleza de los grupos a los que perteneces define tu identidad.
Ya que los grupos a los que pertenecemos determinan nuestra identidad, es natural querer formar parte de grupos de alto status y que tengan una imagen positiva. Sin embargo, los grupos de alto status únicamente lo son cuando se comparan con otros grupos. En otras palabras, para saber que tu grupo es superior se requiere tener un grupo peor al cual mirar con desprecio.
Visto a la luz de la teoría de la identidad social, los chicos en el experimento tenían una razón para ser egoístas en la asignación del dinero virtual. Se trataba de impulsar su propia identidad a través de hacer que su propio grupo se viera mejor.
CRÍTICAS
En seguida, las dos críticas o perspectivas más comúnmente formuladas a raíz de la aplicación de este experimento y su interpretación:
- La conducta del participante puede ser explicada por simple interés ecónomico propio. Sin embargo, en otros experimentos se han usado símbolos en lugar de dinero virtual y los resultados han sido los mismos.
- Los participantes respondían a lo que pensaban que los experimentadores querían (los psicólogos llaman a esto ‘las características de la demanda‘). Sin embargo, Tajfel sostiene que los participantes no tenían idea de lo que los experimentadores querían. Hay que recordar que las reglas para la distribución de dinero cambiaban con frecuencia. Además, primero se alentaba a los participantes a elegir entre ciertas pinturas (primer experimento) lo cual no estaba relacionado con la asignación del dinero virtual (segundo experimento).
A pesar de estas críticas, los resultados han resistido la prueba del tiempo. El experimento se ha repetido muchas veces con diferentes variaciones produciendo siempre los mismos resultados.
PERTENENCIA AL GRUPO
La teoría de la identidad social afirma que nuestras identidades se forman a través de los grupos a los que pertenecemos. Como resultado estamos motivados a mejorar la imagen y el prestigio de nuestro propio grupo en comparación con los demás.
El experimento muestra que la pertenencia al grupo es tan importante para nosotros que nos unimos de manera efímera a ellos sin oponer mucha resistencia. Después, hacemos lo necesario para que nuestro propio grupo se vea mejor en comparación con los demás.
El simple hecho de cómo la pertenencia al grupo es importante para nosotros y la facilidad con que nos unimos a grupos, a menudo sin darnos cuenta, es una observación sutil y profunda sobre la naturaleza humana.
Este post forma parte de la serie 10 estudios psicológicos que te sorprenderán. Elige el siguiente:
- El efecto halo
- Disonancia Cognitiva
- La cueva de los ladrones
- La prisión de Stanford
- Obediencia o conformismo
- Efecto del falso consenso
- Teoría de la identidad social
- Malas negociaciones
- La apatía del espectador
- La conformidad a la norma
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Vía | PsyBlog